Uniendo fuerzas contra la violencia de género en Perú
La violencia de género (VG) es un problema apremiante en América Latina y el Caribe, y Perú no es la excepción. En dicho país, en 2018, el 38 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años declararon haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de sus vidas. Ese mismo año, 121 mujeres fueron asesinadas por su pareja o expareja y casi una de cada 100.000 murió en un homicidio relacionado con VG. Los confinamientos durante la pandemia de Covid-19 no ayudaron: durante el año 2020, la línea directa de violencia doméstica o sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) recibió casi el doble de denuncias que el año anterior.
En reconocimiento de este alarmante problema, el gasto para combatir la violencia contra las mujeres ha crecido durante los últimos años e incluso se duplicó en 2019 en comparación con el año anterior. Sin embargo, aumentar el gasto no es suficiente si los fondos no se destinan a los programas más costo-efectivos para combatir la violencia contra las mujeres.
Una colaboración tripartita
¿Cómo identificar las mejores estrategias para enfrentar la VG? Con esta pregunta en mente, en 2016, MIMP, Innovations for Poverty Action (IPA) Perú y J-PAL LAC lanzaron en Perú una colaboración para desarrollar un ciclo de aprendizaje e institucionalización de la toma de decisiones basada en evidencia.
Este ciclo de aprendizaje implica diagnosticar el problema y recopilar la evidencia relacionada, diseñar y evaluar intervenciones que lo aborden, y usar los resultados para informar las decisiones de política. Adicionalmente, es importante asegurar que los equipos locales tengan la capacidad de participar activamente en las diferentes etapas de este ciclo.
Siguiendo este marco, las tres organizaciones en conjunto con equipos de investigación han completado o están llevando a cabo varias actividades, tales como:
- Realizar una evaluación de necesidades.
- Construir un banco de evidencia que organiza estudios sobre atención a casos de violencia intrafamiliar, prevención de la violencia intrafamiliar y fortalecimiento de la autonomía de las mujeres.
- Diseño de varias intervenciones y estrategias de evaluación.
- Realización de una incubadora social con talleres para funcionarios públicos sobre “Diseño de intervenciones en base a evidencia” y “Diseño de evaluación de impacto”.
Las intervenciones testeadas
Como resultado del trabajo conjunto del MIMP, IPA, J-PAL LAC y varios investigadores (Jorge Agüero, Úrsula Aldana, Chris Boyer, Erica Field, Verónica Frisancho, Daniel Hurtado, Andrew Morrison, Claudia Piras y Javier Romero), cuatro intervenciones están siendo implementadas y evaluadas.
La primera es Líderes en Acción, una intervención comunitaria de dos años de duración. En ella, dos lideresas y líderes por aldea participan en capacitaciones en "habilidades blandas" y discuten temas como creencias y estereotipos en torno a los roles de género, normas sobre violencia y estrategias para identificar y prevenir la violencia VG. Se sigue un modelo de “capacitar a quienes capacitan”, en que, una vez que finaliza la capacitación, los líderes y lideresas guían cinco sesiones de capacitación adicionales en sus comunidades, ampliando el grupo personas voluntarias por aldea. Finalmente, las y los líderes y voluntarios, bajo la coordinación del MIMP, ejecutan capacitaciones y talleres, campañas de concientización y movilización, y visitas puerta a puerta para cambiar las normas y actitudes sociales en torno a la VG.
El programa, que actualmente está operando a gran escala y podría seguir ampliándose, comenzó en 2018 identificando a las mujeres en riesgo de violencia y realizando una encuesta inicial. Una vez que se definieron los hogares objetivo, comenzaron las visitas puerta a puerta para monitorear la incidencia de la VG, detectar casos potenciales de violencia, alentar la participación en los servicios de apoyo existentes y cambiar las normas sociales en torno a la VG mediante un entrenamiento de ocho sesiones.
En 2019, en la misma línea que Líderes en Acción, las instituciones e investigadores diseñaron una evaluación de impacto y una encuesta inicial de otro programa emblemático de violencia doméstica administrado por el gobierno llamado Hombres por la Igualdad. Este programa se dirige a hombres de todo el país para cambiar la incidencia de la violencia de pareja y las normas de género que la rodean, mediante la capacitación de voluntarios hombres para impartir talleres entre pares y capacitaciones de sensibilización de género en el hogar.
Además de limitar el contacto físico, la pandemia de Covid-19 ha agregado diferentes tipos de presión a los hogares—como estrés financiero, desempleo e inseguridad alimentaria—que tienen el potencial de desencadenar conflictos domésticos. Por lo tanto, en 2020, el MIMP detuvo temporalmente sus programas en persona y trabajó en el diseño de un paquete de intervenciones remotas para personas en riesgo de experimentar o perpetrar violencia doméstica. Esto incluyó campañas de información y concientización enviadas a través de mensajes de texto en lenguaje coloquial.
Como parte de estos programas, las tres organizaciones propusieron co-crear y evaluar una campaña de concientización enviada a través de mensajes de texto, dirigida específicamente a hombres en riesgo de perpetrar violencia en la pareja. La campaña se basó en intervenciones psicológicas diseñadas para el control de los impulsos y la canalización los estallidos emocionales, para así mitigar los episodios de violencia. En la intervención y evaluación participan los mismos monitores y pares que en Hombres por la Igualdad.
En línea con esta intervención, y en colaboración con el Comité Internacional de Rescate, USAID-DIV y el Banco Interamericano del Desarrollo, actualmente estamos replicando un programa, basado en las ciencias del comportamiento, que aborda las identidades aspiracionales existentes entre los hombres para fomentar un cambio positivo de comportamiento. El Real Men Challenge o Hablemos Entre Patas—que se basa en una intervención implementada en Liberia y que se probó anteriormente en Uganda—es implementado a través de WhatsApp por monitores previamente capacitados. En el transcurso de treinta días, cada monitor comparte con cerca de cincuenta hombres de su red personal desafíos diarios para desarrollar habilidades y conductas para las relaciones y hogares. Adicionalmente, los monitores moderan discusiones grupales para mejorar las dinámicas relacionales, reducir la violencia y cambiar las actitudes de los hombres hacia la violencia contra las mujeres.
Debido a la pandemia, tenemos que esperar un poco más para conocer los resultados de las evaluaciones. Una vez que esta información se haga pública, quienes formulan políticas públicas la tendrán en cuenta para mejorar, y tal vez eventualmente escalar, los programas.
Continuando con el ciclo de aprendizaje
Esta colaboración, renovada recientemente por los próximos tres años, ejemplifica cómo abordar problemas apremiantes a través de la evidencia y la colaboración entre la academia, el gobierno y la sociedad civil. Seguir un ciclo de aprendizaje es una excelente manera de incorporar evidencia en los procesos de toma de decisiones, y organizaciones como J-PAL e IPA están bien posicionadas para apoyar a los gobiernos en el proceso de crear una cultura de uso de evidencia. Además, este proceso está generando nuevos conocimientos sobre cómo continuar luchando contra la violencia de género en Perú, y en contextos similares.
Esta publicación es parte de una serie de blogs que conmemoran el Día Internacional de la Mujer. Regístrese aquí para recibir un aviso cuando se publiquen nuevas piezas o revise la primera y segunda entregas de la serie. Queremos agradecer a Isabela Salgado por su aporte en este artículo.